viernes, 17 de abril de 2009

Jesús

2º) Intentar encontrar en los siguientes autores, de los siglos I y II, (Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, Plinio el joven, Trajano, carta a Diogneto, etc. ...) referencias a Jesús y a sus seguidores.

Flavio:

Como se puede ver, los intentos desesperados de los mitologizadores de Jesús para destruir este testimonium Flavianum, pretenden atacarlo para usar lo que no es más que una falacia, el argumento del silencio. El problema es que, aun concediéndoles el silencio, saldrían perjudicados porque hay sólidas razones para que F.Josefo callara cuestiones acerca de los movimientos mesiánicos que pudieran molestar a los romanos y perjudicarle. Y , además, con el mismo argumento del silencio se verían obligados a descartar el cristianismo anterior al año 70, pero no pueden hacerlo debido a la sólida evidencia cristiana previa, incluso arqueológica.

Tacio:

En "Los Anales", explica el origen de los cristianos: "Su nombre deriva de Cristo, el cual durante el Imperio de Tiberio había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato, procurador de Judea".

Suetonio:

Se sabe muy poco de su vida, siendo la principal fuente de información para reconstruir su biografía tres fuentes: las cartas de Plinio el Joven, los escritos de Elio Esparciano en la Historia Augusta y las obras de Juan Lido. De acuerdo con estas fuentes, se supone que su nombre era Gaius Suetonious Tranquillus y que nació en Hipona (la antigua Hippo Regius y actual Annaba, en Argelia), hacia el año 70 o 69 d. C., a principios del reinado de Vespasiano, y que murió hacia el 140 d. C.

Plinio el chico:

Respecto a su faceta de escritor, que empezó a los 14 años con una tragedia en griego, Plinio destacó en poesía, pero la mayor parte de sus escritos se han perdido, a pesar del cuidado que tenía por ellos. Era también conocido por sus dotes de orador, considerándose seguidor de Cicerón, pero su prosa era menos directa y grandilocuente que la de éste último. Participó en muchos juicios, pero el único discurso que se conserva de él es su Panegyricus Traiani, descripción aduladora y enfática de la figura de Trajano, que es un instrumento valioso para estudiar diversas acciones que hizo este emperador en campos administrativos como impuestos, justicia, disciplina castrense y comercio. Plinio lo definía como un tratado sobre el gobernante perfecto

Tajano:

Marco Ulpio Trajano (en latín, Marcus Ulpius Trajanus) conocido abreviadamente como Trajano (Itálica, 18 de septiembre de 52 - Selinunte, 9 de agosto de 117) fue un emperador romano que reinó desde el año 98 hasta su muerte en 117), el primero nacido fuera de Italia.[1] Inició la tradicionalmente llamada dinastía Antonina o, según reciente propuesta, Dinastía Ulpio-Aelia[2]

Sucedió al emperador Nerva en el año 98. Como administrador civil, Trajano es conocido sobre todo por su amplio programa de construcción de edificios públicos, que reformaron la ciudad de Roma y dejó numerosos monumentos perdurables como el foro de Trajano, el mercado de Trajano y la Columna Trajana. Sin embargo, fue como comandante militar por lo que celebró sus mayores triunfos. En 101, lanzó una expedición punitiva contra el reino de Dacia gobernado por el rey Decébalo, derrotando al ejército dacio cerca de Tapae en 102, y finalmente conquistó Dacia completamente en 106. En 107, Trajano fue más al Este y se anexionó el reino nabateo, estableciendo la provincia de Arabia Pétrea. Después de un período de relativa paz dentro del Imperio, lanzó su campaña final en 113 contra Partia, llegando hasta la ciudad de Susa en 116, y alcanzando con ello la máxima expansión del Imperio Romano en toda su historia. Durante esta campaña, Trajano enfermó y falleció mientras volvía a Roma. Fue deificado por el Senado y sus cenizas se enterraron bajo la Columna Trajana. Le sucedió su sobrino Adriano.

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